En su paso por Lobos el cantante charló con el viaje y contó los desarrollos de su carrera en la actualidad, de su pasado con Sui Generis, la amistad con Charly y el presente de la Argentina.
Por Félix Mansilla*
Por continuar más de cuatro décadas en un camino que empezó con sueños de cambio, vientos de juventud y mensajes de proyección libre, Nitro Mestre está siempre. Porque es un clásico dentro del rock-folk latino. Porque su persistencia y la suma de los años en las piedras del rock nacional, lo convierten en un luchador con la misma capacidad de empeño que en sus inicios con Sui Generis o en el tándem country Porsuigieco. Por su equipo con Porchetto, por sus paredes con León, por su canon con Mercedes Sosa y María Rosa Yorio, por Los desconocidos de siempre, por el concepto compartido con Baglietto y Celeste Carballo en “Porque cantamos”, por ser el mismo que aquel que creció junto a sus canciones. Todo el aura musical que lo acompaña, hacen un Mestre portador del legado guitarrero setentoso, reconocido por su voz de acento propio en la línea de Lebón, Aznar y Pedro y Pablo, Simon & Garfunkel. Pero las quimeras de ese pasado pesado, no detienen el curso de su labor viva y especial: lo perpetran y destinan a la pura demostración de un oficio que jamás lo detuvo en su andar folk y rock canción.

Mestre hizo un repaso de canciones de Sui Generis y de su repertorio actual.
En “Mientras no tenga miedo de hablar”, escrita en 1976, inmortalizó una impresión que aun pervive en el Mestre de hoy: “Mientras tiemble de emoción, mientras alguien sienta algo por mí, yo estaré seguro que tendré algo por decir. Cambiaré una angustia en canción”. En ese mérito, residen una veintena de placas que lo tienen en el pleno canto. Un interpretador especial de las armonías de Charly García, un compositor de letras inoxidables que hoy se despliegan y vuelven a ser. Así, como lo dice en Distinto tiempo: “Y soy savia, soy sangre que quiere andar. Soy los versos que hoy te quiero regalar”. Hoy lo asistimos así. Porque todos encontramos en Mestre un poco de amor.
Algo de todas esas concepciones acompañaron el aire de La Porteña, con un marco de público excelente –con grande y jóvenes- en el que repasó todos –sí, todos- sus éxitos en más de treinta años dentro del rock nacional. Acá, el diálogo con el viaje.
¿Cómo viene la actualidad de Mestre?
Por suerte bastante movidita. Esta banda es como la más nueva, salvo Ernesto Salgueiro y Fernando Pugliese, con quienes venimos tocando hace diecisiete años. Con Eduardo (guitarrista y bajista) tocamos mucho en Estados Unidos, él es portorriqueño, y desde que viaja a la Argentina se comenzó a acoplar a la banda. Jonathan, que fue percusionista de Silvina Garré, se unió en mayo de este año. Es la formación ideal que queremos tratar de mantener.
¿Cómo recibe el público tus mensajes en los shows del exterior?
Me reciben bien en todos los lugares que voy. Toco muchísimo en Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Colombia, México y Costa Rica. En Estados Unidos, concurre público latino y de todos los países. Usualmente, en los países más calientes la gente hace sentir mucho el calor, como en Colombia y en Perú. Son respetuosos en el resto de los otros lugares, pero va cambiando de acuerdo a los cambios de ciudades grandes a más chicas, donde, obviamente, son mucho más respetuosos y tranquilos. En todos los lugares queremos sonar de igual modo.
¿Qué pensás que sueñan los jóvenes de hoy?
Pasa mucho que a las personas jóvenes les gustan mucho los mensajes de aquella época, de alguna manera, el ideal de lo que nosotros queríamos para este presente. Como en este presente a veces no se terminan de cumplir esos ideales, entonces, seguimos soñando las mismas cosas. La libertad, que sí la tenemos, la hemos conseguido en una enorme medida, pero, como yo le cuento a algunos varios, cuando nos tocan a nosotros un poquito así de libertad, a nosotros que somos un poco más grandes, nos duele en el alma, sea la libertad que sea. Aunque te digan ‘no sé si vas a poder viajar’, saltamos como leche hervida.
Esto ocurre porque nos han engrupido tanto, nos han prohibido tanto en la época de los militares y hemos sufrido tanto para llegar a nuestro ahora que ahora lo que queremos es libertad. Libertad con todos los respetos del mundo, o sea, la libertad no es hacer cualquier cosa. Dentro de las reglas que haya, dejame hacer lo que quiero, lo que se debe hacer: permitir y respetar al otro. Lo que pasa es que se ha vulnerado muchísimo la forma de ética y respeto en muchos casos. El respeto debe ser el mismo en todos lados, tiene que ser parejo para el que está en un cargo y para quien no.
¿Cómo analizás la democracia de hoy, en momentos donde se repite que no hay democracia?
Todavía estamos saliendo de la juventud en la democracia, todavía no está maduro, hay ciertas cositas que faltan, pero bueno, por lo menos estamos cruzando ese camino. Aún hay cosas que me causan gracia: uno hace una marcha, el otro quiere hacer otra más grande y creo que no es así. Tenemos que estar todos juntos. No es cada uno por su lado, es un desborde. Tenemos que defender lo que se logró. No va esa de marcha-contra-marcha, es un constante a ver quién la tiene más larga, eso es muy de colegio.
Entonces, todavía nos hace falta crecer políticamente y que la propia gente lo haga notar hablando, transmitiendo ideas. Lo mejor que hemos logrado es saber de que todo es corregible: podemos sumar, opinar y no adueñarnos de algo y dejar afuera a los demás. Hoy todos tienen la capacidad de hablar y de opinar. En democracia debemos escuchar.
¿Qué le decís a un extranjero cuando te pregunta por Argentina?
Somos muy saltimbanqui. De repente vivimos una etapa de auge y después se nos enquilomban todas las cosas, como en este año que está así. Igual, pienso que se va a ordenar, porque soy positivo. Hay muchas cosas que me gustan de este gobierno y yo creo que se va a ordenar todo ese desborde. Quizá nos estamos previniendo demasiado por si acaso hay algún golpe económico, porque el mundo está muy golpeado. No es éste el único, no es que pase sólo acá: hay otros que están diez veces peor.
Si lo vemos por ese lado, digamos, estamos haciendo ciertos pasos y hay otros más largos como es credibilidad, que nos falta tenerla: desde afuera nos ven como que todavía no somos tan serios. Falta una continuidad desde las políticas de Estado, de decir que es lo que vamos a hacer y que lo vamos a cumplir. Ahora veo que se está cumpliendo con los pagos que se deben hacer en el exterior y creo que si vamos por ese camino, vamos bien. Debemos escuchar, no ofender ni de un lado ni del otro porque eso también se ve afuera.
¿Te has visto últimamente con Charly?
Sí, nos vemos. Nos vimos el otro día cuando fuimos a verlo al teatro Luna Park. Nos hemos visto este año. Lo que pasa que yo viajo mucho, él también viaja, sale a tocar y así. Soy muy casero: cuando llego a casa de una gira no quiero seguir saliendo. Me modero. Pero sí, lo veo. El otro día hablé con él, por otras cosas. Al que veo también, hace poco estuvimos tocando juntos, es a Raúl Porchetto y a León (Gieco), que ahora está afuera y vi a fines de junio.
¿Qué recuerdos tenés hoy de la etapa Sui Generis?
Es largo, sería un capítulo extra, pero la verdad es que no estoy viajando mucho para atrás. Tengo los recuerdos ahí para cuando algún día tenga que escribir mis memorias (risas). El pasado está ahí, en su lugar. Tengo bellísimos recuerdos, porque fue fantástico todo. Lo que pasa es que el presente que estoy viviendo es súper agradable, porque yo no pienso en términos de Luna Park. Yo pienso en lo agradable de estar tocando donde quiero, con los músicos que quiero. Ahora estoy planeando un disco nuevo, entonces, lo de atrás, queda como un recuerdo al igual que con Los desconocidos de siempre y todos con los que toqué.
Fotos: Nico B Mansilla.
(de la edición Nº 12, octubre 2012)
*Lic. en Periodismo y Comunicación de la FPyCS UNLP.